domingo, 30 de agosto de 2009

Cinco memorias de la instrucción pública y otros escritos

En el libro de Cinco memorias de la instrucción pública y otros escritos se formulan los principios que inspirarán la política educativa de las democracias occidentales:

- Difusión y democratización de la enseñanza, que ha de contribuir a formar sujetos autónomos.

- Promoción de los talentos y cultivo de la excelencia, atendiendo tanto a consideraciones individuales como sociales.

- Igualdad de hombres y mujeres en el acceso a la escuela.

- Concepción de la instrucción como un proceso que debe abarcar el conjunto del ciclo vital.

- Libertad de enseñanza que implica, además de la libertad de cátedra y de creación de centros, la independencia de la instrucción pública con respecto al poder ejecutivo, para proteger así los saberes de los excesos del poder.

- Cientificidad y rigor de los contenidos del curriculum, lo que constituye una de las razones para defender el laicismo.

Asimismo, CONDORCET advierte contra el peligro de someter la instrucción pública a las voluntades de grupos particulares y de buscar únicamente el utilitarismo más inmediato.

EL PROYECTO DE LA EDUCACIÓN UNIVERSAL, LAICA Y GRATUITA EN LA REVOLUCIÓN FRANCESA. LA PROPUESTA DE CONDORCET

Condorcet en su libro Memorias sobre la instrucción pública, considera a la revolución como un inmenso camino abierto a las experiencias humanas. Por supuesto, la revolución, en sus inicios (89), ofreció una oportunidad para la instrucción de la nación, tenía como propósito acabar con la ignorancia del pueblo y la opresión del poder, favoreciendo la libertad.
Sin embargo, después de esta revolución, era necesario preparar a los nuevos hombres, para lograr el disfrute y conservación de sus beneficios; esto solo se lograría a través de una educación regenerada y pública. Por tal razón, se fusionaron dos sueños, el revolucionario y el pedagógico, el primero pretendía la instalación de una ciudad soberana y la segunda la transformación de los hombres mediante leyes e instituciones.
La instrucción regenerada debe ser pública en el sentido de que pertenece a la nación de la cual emana, rompiendo radicalmente con el sistema arcaico y pernicioso. Esto representaba el término de la dominación de la iglesia en la enseñanza, supresión de diezmos y eliminación de los sacerdotes en la enseñanza, desmantelando prácticamente al antiguo sistema escolar (1792). Claro está, que después de esto surgió un vacio en la instrucción, debido a que las nuevas instituciones demoraron en establecerse.
Comúnmente la tarea pedagógica era la de educar e instruir; sin embargo con el contexto revolucionario se redimensiona este papel al de ilustrar a la nación, pero sin hacer a un lado a la escuela como el lugar de la transmisión del conocimiento.
Para formar ciudadanos la educación debe apoderarse de su imaginación, es necesario diferenciar a la instrucción pública de la educación nacional, la primera da los conocimientos, la instrucción de unos cuantos y la segunda las virtudes, es el alimento necesario para todos; esto pone en evidencia la diferencia de dos grupos de la población. La educación se dirige primeramente a los adultos, debido a que ellos han sido influidos por el antiguo régimen, por lo tanto solo se les puede brindar educación; mientras que a la nueva generación se le educa e instruye.
Con esta diferenciación se pone en evidencia la complementariedad de ambos objetivos, cuya unidad fundamental es la del instructor, quien enseña a leer y a escribir a los niños, al mismo tiempo que participa en la organización de las actividades cívicas, así como el enriquecimiento cívico de los adultos. Todas las actividades permitirán llevar a cabo la cohesión de la nación.; sin embargo algunas de las ideas fueron cuestionadas de manera constante, generando problemas en los debates de las asambleas, la prensa, los clubes y las sociedades populares. Para poder percibir mejor el ambiente de los problemas y debates y las soluciones propuestas, se muestran tres proyectos.
Condorcet elaboró un proyecto de instrucción pública (1791-1792), en el que eliminó el plan de Talleyrand (1971) por otorgarle un lugar importante a la enseñanza religiosa; brindó sus ideas al comité que adoptó su plan con algunas modificaciones y cuando lo presentó (20-04-1792), el debate fue pospuesto porque ese mismo día se declaró la guerra a Austria. Sus finalidades eran la democracia, atención a las necesidades, bienestar, igualdad de derechos, la producción y cultivar las artes y las ciencias.
Para el poder público la instrucción debe ser de interés común, cuya enseñanza en los distintos niveles será gratuita y laica (separarla de cualquier religión). La instrucción debe ser independiente ante las autoridades ya que ningún poder público debe tener la autoridad de impedir su desarrollo; la escuela no debe convertirse en un lugar de adoctrinamiento.
Las escuelas primarias no solo enseñan a leer, escribir y contar, sino también sobre la cultura y las artes; su principal objetivo es preparar a los niños para ejercer sus derechos y deberes, elijan a sus representantes, etc. Condorcet rehúsa la educación obligatoria, por lo que más allá de la escuela primaria, la instrucción ya no es estrictamente universal, si no ya se emplean as becas.
Condorcet proponía 5 niveles de establecimiento educativo: primara, secundaria, institutos, liceos y Ciencias y Artes; sin embargo este proyecto fue duramente criticado, por lo que ni la asamblea legislativa ni la comisión lo sometieron a un examen más profundo. En 1792 Gilbert Romme presentó un plan inspirado en el de Condorcet, pero tampoco fue aprobado.
En 1793 Robespierre presentó el plan de Michel Le Peletier, la cual consistía en fundar una educacional nacional, republicana, igual y común para todos; la esencia del proyecto se encontraba en la instrucción primaria a través del modelo de “hombre regenerado”, debido a la influencia tradicionalista que la familia podría brindar a los niños. Por esta razón, el plan establece que el niño pertenece a la patria y se mantendrá “bajo la santa ley de la equidad”. Empero, los convencionistas reprochaban al proyecto como un sueño peligroso y de usurpar los derechos de los padres. Finalmente se optó por la creación de las casas de equidad pero la asistencia era optativa.
Por último, la convención decidió aceptar el proyecto de Gabriel Bouquier, que establecía una enseñanza elemental gratuita para todos los niños, obligación escolar, la ocupación de los padres en la instrucción de sus hijos y la libertad de enseñanza. Esta ley siguió en vigor casi un año y fue revocada, pero sin antes tener un nuevo sistema de instrucción.
Durante el periodo del terror el comité de salud instala unos cursos revolucionarios, los cuales debían ofrecer una instrucción acelerada y sirvieron como modelo a otras obras: la escuela de Marte que preparaba a los jóvenes para el oficio de las armas o carrera administrativa. La escuela normal en el que se preparaban profesores de educación primaria en 4 meses. La escuela politécnica, que formaba ingenieros para los cuerpos técnicos del ejército en 3 años.
Después de esto, se pretende instalar un nuevo sistema de instrucción pública, sin embargo no funcionó, porque la experiencia pedagógica que se vivió en la revolución fue corta e inconclusa.

La enseñanza pública se preocupa por establecer un vínculo entre lo epistemológico (los conocimientos), lo didáctico (cómo se presentan estos conocimientos) y lo jurídico político (al servicio del bien público). Así mismo, Condorcet presenta tres grandes aprendizajes que sirven como complemento y necesidad de su libro: 1) el aprendizajes de los conocimientos elementales (el dominio de éstos por parte del maestro) 2) la instrucción cívica 3) el aprendizaje del sentimiento de la humanidad (derechos y deberes); estos tres aprendizajes se engloban para formar el saber mínimo, que ayuda a instruirse y cultivarse, y así contribuir a la autoestima y el amor por la humanidad.
Según Condorcet, la escuela enseña a que cada individuo sea su propio educador con el empleo de la razón, no permite la admiración de una legislación existente, si no que sus capacidades le permitan entenderla y corregirla.
La teoría de la escuela pública reflexiona sobre el problema que se suscita en un pueblo legislador: la puesta de su destino en manos ajenas. Según esta teoría, nadie esta exento de cometer errores, pero en caso de existir una autoridad, esta sea capaz de demostrar la razón y probar que es capaz de evitar el error.
De aquí surge la declaración de los derechos (función legislativa), es decir, hasta qué punto la autoridad tiene derecho a decidir; por lo tanto, la ley es interpretada como la reflexión de las propias necesidades. Esto exige 1) nadie puede ser excluido del cuerpo político 2) encauzar la espontaneidad de las voluntades 3) las decisiones deben prevenir el error.
Condorcet analizó este problema y demostró que para conjugar estas tres dimensiones se requería del sufragio universal; sin embargo, para evitar el error se necesitaba de la condición matemática (conocer para evitar, ya que con el conocimiento se llega a la libertad y sin ella un pueblo soberano está expuesto a convertirse en su propio tirano), y la condición jurídica (hallar una forma de conocimiento que permita escapar a la servidumbre intelectual)
Surge una pregunta, ¿por qué confiar la educación al estado?, una respuesta espontánea sería por la preferencia de la concepción civil de la escuela; es decir, obtener servicios de la iniciativa privada o de las colectividades. Pero al realizar un análisis, esto tiene por defecto, el sometimiento, dispersión, desigualdad epistemológica (“inútiles”) y jurídica (carencia de homogeneidad).
La solución sería proteger la instrucción con leyes, situando los conocimientos y sus agentes fuera del alcance de los poderes (así como el nombramiento de los maestros, proteger a los ciudadanos de los maestros (debido a que pueden surgir abusos), la realización de una competencia externa que evite el riesgo de la decadencia del nivel de conocimientos de los maestros.
Ahora bien, el último escrito que realizó condorcet, refleja la urgencia de instaurar la educación pública para hacer realidad la igualdad jurídica y política proclamada por la revolución. En este escrito se abordan dos temas: la república debe velar por la independencia de la instrucción pública ante cualquier poder y en la determinación de los conocimientos elementales; ya que por el contrario estaríamos perdiendo la libertad y la igualdad.
Tenemos presente que desde principios del siglo XV, Europa se hallaba sumergida en a ignorancia y bajo el yugo de la aristocracia (se apoderaban de los negocios) y del sacerdocio (se apoderaban de la conciencia); por lo que después decidió iniciar el recorrido que la llevaría a la libertad.
La libertad y la igualdad exige un grado de preparación de sus ciudadanos, en relación con sus necesidades; por lo tanto, la instrucción del pueblo debe ir de la mano con los progresos y avances que vayan surgiendo de forma general.
Así mismo se deben ir perfeccionando o modificando los métodos de enseñanza para así adquirir conocimientos más amplios.
Sabemos que antes que iniciara la imprenta la educación era muy costosa, razón por la cual los pueblos mantenían la aristocracia de sus gobiernos. A su llegada, la imprenta otorgó facilidades en la educación por medio de los libros, la observación y la experimentación; pero seguía existiendo una limitante: la instrucción por medio de máquinas e instrumentos.